El día amanece a las
6:00 en León. La mejor hora del día, fresca, libre del calor y del
fortísimo sol, que León regala a todos los que vertebramos su día
a día. Igual que ese amanecer, rutinosamente diario, pero nuevo y
diferente cada día, me siento aquí en esta continuación, de mi
vivencia nica.
Reforzada por el cariño
y los momentos vividos en mi casa y entre amigos, combato el día a
día con optimismo y con decisión. Correr, buscar y seguir adelante,
sin quedarme estática. Quiero mas, ese es mi lema. No me quiero
conformar con lo de ahora, tengo hambre de mas, se que puedo, y ese
poder me lo da la fuerza que desde lejos me llega, me estimula y me
da seguridad, que puedo seguir proponiendo, creando.
Un regreso, conlleva
reencuentros, reconocimientos de lugares y personas que han
compartido tus últimos meses. Pero también traen cambios,
descubrimientos, renovaciones. Una dulce mezcla que te mantiene
atenta, evitando así, la monotonía.
Los días pasan, y ya
después de un mes en Nicaragua, el motivo por el que llegué, se va
abriendo paso. Las clases comienzan la próxima semana. La
tranquilidad instalada desde hace dos meses en mi, se está viendo
ocupada por estrés, ese que me provoca tener que hablar y enfrentar
una clase con 50 alumnos, de primero ingreso,desconocedores de
biología, a estas alturas, tanto como yo.
Es una mezcla rara la que
me inunda. Una mezcla de miedo, seguridad, estrés, confianza. Una
mezcla que me crea adición, y que me va a imposibilitar por siempre,
vivir sin ella. La vida sin miedo, sin riesgo, no es vida, es muerte
en vida, es aburrimiento y rutina.
Esta andadura, comenzada
hace un mes, me llevará por tierras centroamericanas hasta
Diciembre. Un camino, que espero me ayude a seguir creciendo,
fortaleciendo mi yo interior, buscando nuevas aventuras, conociendo a
mas gente y por supuesto teniendo como referente, a todos y a cada
uno de los que desde que me levanto, hasta que me acuesto, motivais
mi decisión, mi hoja de ruta.